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¿Y ahora, qué viene?

Por: Andrés Rojo Torrealba. Periodista y Comentarista Político. Quilpueíno.
Es evidente que, terminada la campaña municipal, comienza de inmediato la campaña presidencial.   Lo que no es tan evidente es el resumen de lo ocurrido en la elección municipal y que es esencial para quienes tengan aspiraciones presidenciales: Así como Piñera no ganó la presidencial sino que perdió la Concertación, esta vez no fue la Concertación la que ganó la municipal sino que fue el Gobierno el que la perdió.  Estadísticamente se puede decir lo contrario, pero desde el punto de vista político no da lo mismo.
   La señal es clara: La gente le quitó la confianza a la Concertación en su momento, y se la volvió a quitar a la Derecha en esta ocasión, que no significa necesariamente que le haya devuelto su respaldo a la Concertación.   Para ambos pactos y para las corrientes que no forman parte de estos el mensaje es sencillo.   Las personas quieren dirigentes que de verdad las representen, que actúen con eficiencia, coherencia, honestidad y que no se pasen el día mirándose el ombligo.
    Los pasos siguientes ya estaban definidos desde antes.   El Gobierno tiene que reacomodarse para la última fase de su período, obligado a cederles el protagonismo a los ministros que buscan ser candidatos presidenciales, en tanto que en la Concertación la DC y los socialistas tienen sus procesos electorales internos, en los que necesariamente deberán definir el tipo de coalición a la que quieren o no seguir perteneciendo.
Entre una cosa y otra, en la práctica esto significa llegar a marzo sin abordar cómo reacomodar la actividad política a las exigencias ciudadanas, y para esa fecha la campaña presidencial ya estará completamente desatada, o sea que nadie o muy pocos harán un esfuerzo real por atender las demandas de los electores.
Puestas así las cosas, el que gane las elecciones será quien cometa menos errores, pero no el que atraiga realmente la adhesión ciudadana, ni menos quien sea capaz de movilizar a la gente detrás de un proyecto seductor que la comprometa en la actividad política.
El problema es que, por el contrario, esa incapacidad para satisfacer las exigencias de los chilenos se traducirá al mismo tiempo en una mayor desmotivación para participar y en una creciente desconfianza hacia los políticos, y eso también es parte del mensaje que dejaron las elecciones municipales en el primer ensayo del sistema de voto voluntario.
De esta forma, cuando uno se pregunta qué es lo que viene a continuación pareciera que la única respuesta es más de lo mismo, y pareciera que no es la mejor forma de conseguir votos.

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