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Jorge Villa Moreno, Quilpué desde la mirada crítica

Licenciado en Arte, ganador del Fondart en dos oportunidades y de una beca en literatura, desarrolla su carrera en los ejes de Fotografía, Literatura y producción de eventos culturales. Actualmente graba su demo como cantautor y compositor.  Hoy comparte su visión de Quilpué.
                El 2003, Jorge Villa Moreno obtuvo la beca de creación literaria del MINEDUC, por una investigación y ensayo acerca de la historia dela Fotografía en Chile. Su valor fue elaborar un análisis del álbum familiar con un sello psicológico creativo.
               “Fui a dejar copias a editoriales y la primera pregunta fue si hablaba de Spencer Tunick o de alguna instancia televisiva. Con eso me quedó claro que a nivel comercial no hay apuestas a las historias locales, menos aún a las de la población. Es más, mi conclusión es que hay una construcción dura del concepto de “popular”. Gané el Fondart en dos oportunidades (2005 y 2008) con el portal de crítica cultural ELZOCALO.CL, el cual hoy podría pasar por gestión inocente, pero era insobornable en el compromiso a su dispositivo crítico, de la misma forma el punto de partida de ese portal era rescatar ensayísticamente la identidad de barrio, sin hacer clasificaciones verticales de ella”.
                Villa Moreno resume los últimos siete años de trabajo como un “proceso largo de re-descubrir mi ubicación en el mapa de Quilpué y de cómo ser un aporte en mi contexto inmediato. Estudié y trabajé -hasta hace poco- en Valparaíso, y por lógica, suele pasar que uno es adoptado por la ciudad donde uno se desarrolla laboralmente, pero en mi búsqueda de raíces de mi trabajo siempre estuvo Quilpué”.
                El mejor resumen de ello fue la exposición colectiva de Fotografía “Tránsito y Lugar” (2009), donde se reunieron cuatro fotógrafos locales y se trabajó a partir de la ciudad como tema, concepto y problema identitario.
                 “El trabajo curatorial recayó en mí. En lo personal, señalé una característica llamativa de Quilpué, como el hecho de poseer históricamente una decena de cementerios, lo cual plantea desde el terreno de la metáfora una respuesta acerca del género de la ciudad. La tierra desde el punto antropológico se considera femenina. Quilpué es nombre de mujer”.
 Qué crees que falta en Quilpué y en los propios creadores para desarrollar las artes, ya sea fotografía, literatura y música, que es tu campo.
                 “Primeramente, falta un lugar emblemático, una imagen-ciudad donde se visualice y se encuentre lo que realmente está o puede pasar en la ciudad. En el plano de la práctica, adolece en tres frentes: primero, profesionalizarse; segundo, comunicar; y, en tercer lugar, reconocer retroactivamente a sus figuras. En Quilpué se da un fenómeno de crear agrupaciones sin más que ganas, pero con poco interés en su nivel de creación y/o capacidad de gestión. Visto desde fuera y humorísticamente, da la impresión que no tiene mayor propósito que felicitarse entre los propios participantes. Muchas lenguas y poca gente diciendo algo. Aún, con todas las potencialidades patrimoniales e identitarias que posee, culturalmente Quilpué mira con el rabillo del ojo a Valparaíso, pero son lógicas de lugar distintas y los gestores aún no se percatan de eso. Lo que es reconocimiento, pareciera que todo pasó en la época que se gestaba el grupo Congreso y no ha pasado nada desde entonces. Se desconoce a esos quilpueínos que se hicieron a sí mismos, como el artista visual Giancarlo Bertini, el fotógrafo Jorge Gronemeyer… o, incluso, al mismo humorista Paul Vásquez, apelando a la popularidad desde la cual se puede inocular la identidad de barrio”.
Háblame un poco acerca de la identidad del quilpueíno, de Quilpué como capital de Provincia, qué se puede rescatar en un proceso creativo.
                 “Chile, en general, tiene serios problemas identitarios; nos miramos con espejo prestado. Quilpué posee una historia muy rica, pero que está más relacionada con las historias locales que con la GranHistoria, o la historia miliciana que enseñan en el colegio. En el plano del orden, es una ciudad que tiene una identidad de edades (la edad del oro, la del ferrocarril y la del establecimiento de grandes industrias). Actualmente, con la huída de las empresas de la zona, podríamos pensar que vivimos una edad de decadencia y es que muy pocos se han preocupado de contextualizar a la ciudad en los tiempos que corren. Hoy por hoy, el quilpueíno se “farrea” su identidad. Hay grandes esfuerzos por el rescate de las historias locales de barrio y anecdotarios hechos por la agrupación “Antiguos Quilpueínos”, en su publicación tipo libelo que circula de forma interna, pero justamente falta poner rigor sobre eso y dignificarlo con una publicación de lomo consultable. De la misma forma, como historia local puesta en contexto, creo que el documental “KPD Una Escena dela Guerra Fría en Chile”, de Andrés Brignardello, es un acierto de dar el salto de las historias de barrio residencial a las de la “pobla”; y es que con esas obras se rompe el molde de las grandes y pequeñas familias fundadoras como matriz-historia pequeñoburguesa de las ciudades. Sobre su estatus de capital margamargueña, no tengo claro el por qué de su génesis, entiendo la diferenciación más en términos orgánico-políticos que en términos identitarios”.
 Cuál es tu sensación respecto al propio desarrollo de estas instancias.
                 “Los agentes de cultura en Quilpué están más preocupados en figurar que en subir el nivel de flote de las actividades culturales. Existen varios niveles: una cultura más ligada con las actividades recreativas, otra de agentes más independentistas y una de forma muy incipiente que se yergue como profesional, me refiero a las personas que hemos pasado por la universidad que podemos introducir un factor de aceleramiento conceptual. Pero en Quilpué todos estos sectores no comulgan, no se cruzan, no se conocen; es más, unos hablan mal de los otros. Como anécdota, en algún momento cierto fotógrafo hobístico -hoy fallecido- invitó con bombos y platillos a la comunidad local allá por el 2010 para hacer pública su investigación sobre historia de la Fotografía en Chile y, lo cierto, es que su indagación no aportaba más que una bajada de los textos titulares de la web. Además, desconocía el trabajo de libros que profundizan en el tema y que han sido publicados por académicos en Santiago. Al ser confrontado el ponencista bufó con no poca rabia, además bajó el perfil al aporte de los santiaguinos. Esto manifiesta la marginalidad de la hobística, que no sólo queda en un rango reducido, sino parece estar desconociendo adrede lo que sucede en otros estratos. Del lado institucional local, lamentablemente se ha caído en el “eventismo“ y la gente parece estar muy conforme con ello, como si se tratara de la bajada de ovni que llega, ilumina, rapta al público por un rato y se marcha sin dejar rastros. Supongo que alguien gana con eso, claramente, el público no. Se están desconociendo los procesos de formación”.
 Cómo podría, según tu lente, progresar la ciudad en este sentido, qué habría que hacer.
                 “Como dicen los huasos, “el chancho está tirado”. Los recursos están, el patrimonio está, los personajes también, pero debería tenderse a comunicar la variedad y comunicar los distintos grupos de interés; a la hobística le haría bien ver qué es lo que hace (y por qué) el grupo de profesionales, así suben su nivel; lo mismo pasa con el profesionalismo: debe hacer sus contenidos accesibles y no quedarse en la pedantería conceptual y el academicismo esdrújulo. Asimismo, atendiendo a la variedad, debería haber regulación de que no se repitan una y otra vez los mismos nombres como pasa en los eventos de la plaza municipal. Al parecer, hay ciertas bandas y nombres que vienen amarrados en el paquete de arriendo del escenario”.
 Cuál crees que es tu misión.
                 “En resumen, creo que mi misión está en dotar de voz a la Fotografía y, por ende, hacer del fotógrafo un protagonista. Espero que los fotógrafos que vengan después de mí no sean meros funcionarios de la vanidad o de los cánones militares o pequeñoburgueses de las familias fundadoras. Basta  con que las historias sean de cualquier familia, la tuya o la mía, para que sean importantes”.

 

 

 

 

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