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Atentado en Bélgica: la consecuencia de la pasividad europea

Por Marcela Galleguillos Reyes, Magíster en Ciencia Política.
               Un ataque terrorista más en el corazón de Europa que causa horror en el mundo, nuevamente la amenaza de la paz. Lo extraño es que yo estuve en el mismo lugar donde ocurrió el atentado hace un mes justamente, parada donde estalló la bomba y todo se destruyó el techo sobre la gente. Se trata de un aeropuerto de los más modernos que conozco y donde era agradable estar, pues era como estar en una torre de babel donde pasaban frente a ti los más diversos colores de piel y religiones (árabes, hindúes, judíos ortodoxos, entre otros). Es como si volviéramos a la época de las Cruzadas y la hégira, es decir a la disputa que llamo Mahoma contra los infieles, tan sólo por pensar diferente a ellos. Son 20 muertos en el metro y 14 en el aeropuerto, con más de 136 heridos.
               Transitar por los aeropuertos y las ciudades europeas no es lo mismo que hace cinco años, es impresionante como han cambiado las cosas. Uno camina por la calle de Londres con Policías armados con metralletas y, en París al entrar a cada tienda existen controles de guardias y te revisan los bolsos. Un simple hecho hace que la policía corra de un lado a otro como me ocurrió en la estación de trenes de York, sin obtener explicaciones de lo que sucedía.
               Existía en una preocupación constante desde noviembre, pero el problemas es tener regiones desestabilizadas en el mundo, que los terroristas cuenten con los fondos necesarios para sus acciones y ciudadanos que se consideran de segunda clases. Pero por sobre todo la comunidad europea debe terminar con la pasividad con que mira lo que ocurre con el Estado Islámico y la Yihad. La problemática de los ciudadanos es un punto interesante para analizar, es gente que ha nacido en Europa, pero sus familias provienen de las llamadas colonias (árabes, sirios, africanos, etc.) que han estudiado e incluso en buenas universidades. Sin embargo no se sienten parte de esos países y han vivido en comunidades, sin integrarse al país y más bien resentidos. De hecho en Francia se discutió si las personas que habían participado en el atentado de noviembre debían ser juzgados como franceses o por la nacionalidad de origen, ya que muchos de ella provenían de las colonias o eran hijos de inmigrantes.
               Dicen que no había seguridad en el aeropuerto de Bruselas, pero para entrar piden tu pasaporte, tu pasaje, te debes sacar hasta los zapatos, te revisan en las máquinas de rayos X, luego un policía revisa tus pertenencias e incluso pasan un líquido por tus cosas, en mi caso la mochila y el computador, para pasarlos por una máquinas que analizan. Luego pasar otro control y son kilómetros que debes caminar hasta tu puerta (gate) para alcanzar la aerolínea donde vas a tomar tu vuelo. El que en mi caso fue justo el lugar donde ocurrió el atentado.
               Cuesta admitir que estamos frente a una de las organizaciones terroristas más exitosas del último tiempo, ya reventaron Irak y Siria, atraen a miles de yihadistas, incluso un chileno que fue asesinado estaba en su séquito. Ha cumplido su cometido de causar el terror por todos los medios, ha destruido la paz en Francia, Bélgica y en general en el mundo actual. Para variar ha sido Estados Unidos quien ha tomado medidas y la Unión Europea ha dejado que Francia investigue e Inglaterra ha establecido férreos controles fronterizos (para entrar tuve que contar mi vida y dejar en claro mi religión) pero en conjunto las autoridades no toman medidas.
               Está claro, que con esto se atacan los valores democráticos de Europa y del mundo, los franceses lucharon en la Revolución Francesa en 1786 por la “libertad, igualdad y fraternidad”. Asesinaron a Luis XVI, su esposa María Antonieta y miles de personas en la búsqueda para establecer los principios de la democracia y siglos después se deben tomar nuevamente medidas. Tal vez lo que debe cambiar es el concepto de soberanía, ya no es un problema de cada país sino del mundo y la Unión Europea.

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