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“Una infraestructura inteligente para el agua”

Columna de opinión del académico del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad Técnica Federico Santa María y exsecretario regional ministerial de Obras Públicas Región Valparaíso (2010-2014), Pedro Sariego Pastén.

Cuando fui Seremi MOP (2010-2014) de la región de Valparaíso tuve en suerte inaugurar el Sistema de Agua Potable Rural de la comunidad de Lo Abarca y alrededores. Hubo esa vez una ceremonia muy bonita de bendición del agua y una gran celebración. Las personas mayores contaban que, a ellos, de niños (as), los mandaban a buscar agua a las vertientes lejanas, que usualmente llegaban con menos de la mitad del agua en sus cuencos, hasta que alguien llegó con la innovación de llevar el agua a la usanza asiática, dos cuencos unidos por una vara, y esa al hombro. Con ese equilibrio mejoraron mucho el volumen de agua transportada, la que traían atravesando cerros y quebradas, saltando de piedra en piedra con su apreciada carga como cabras de montañas según sus propias palabras. Para ellos, eso les cambio la vida, tal como en ese día se la volvíamos a cambiar al llevar agua a sus casas.

Quien más quien menos de nuestra población mayor tiene historias similares en la Región vinculadas al agua. Mucho se ha avanzado, pero la sequía, de expandirse, amenaza con volver a hacer vivir las miserias de antaño. Es lo que casi ocurrió en Ciudad del Cabo en Sudáfrica hace menos de cinco años, donde salvaron la situación en base a una rígida disciplina de consumos, amén de altos precios y restricciones al sector agrícola e industrial, privilegiando el consumo humano.

La situación del agua en Chile es seria. Digamos claramente que tenemos suficientes diagnósticos y que es tiempo de trabajar en soluciones. Es mi opinión fundada que el desarrollo de las mismas debiera ser causa de unidad nacional, no hay ya espacio para ejercicios retóricos y/o gustillos ideológicos, menos para defender privilegios y negocios. El agua, que es vida, escasea, y es un bien cada día más preciado no sólo por las comunidades rurales, sino que también por las citadinas, y eso hace la diferencia.

El actor más relevante a la hora de implementar soluciones es el Estado, el que necesariamente debe innovar para acoger soluciones que la técnica y la ciencia hacen hoy posibles. Es imperioso que se instalen todas las glosas presupuestarias y reglamentos que sean pertinentes para que, por ejemplo, se permita a los Servicios Sanitarios Rurales instalar y hacer uso de tecnologías de reciclaje de aguas grises e, incluso, negras en la agricultura familiar campesina, algo tremendamente común en otras naciones del mundo.

Es necesario que el Estado atienda la relación entre agua y energía, que genera sinergias propias y que permite abaratar costos de operación para pequeños, medianos y grandes volúmenes de agua, trasladados desde la costa al interior de las cuencas y a mayor altura, tal que permita no sólo satisfacer el consumo humano, sino que también salvar la agricultura.

Lo anterior significa romper el tabú e implementar metodologías multicriterios en el sistema nacional de inversiones, tal que haga posible que los organismos públicos, que tienen como fin solucionar los problemas del agua, cuenten con herramientas que le permitan hacerse de esas soluciones y no quedar paralizados, excusándose por no poder implementar lo que a todas luces es razonablemente económico, ecológico y sustentable.

Hay que ayudar al Estado en esta materia, pues se requiere la colaboración de todos para elevar el nivel de las soluciones que permitan implementar una infraestructura inteligente del agua para hacer frente a las vicisitudes que nos genera el cambio climático en parte importante del territorio nacional.

 

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